
La cultura de imágenes y sonidos está dejando a un lado el nuevo orden de la cultura alfabetizada que surgió tras el invento y difusión de la imprenta. Las imágenes producidas, distribuidas y consumidas mediante la tecnología han modificado la percepción de la realidad, han construido un imaginario colectivo global a través de plataformas digitales; el stress, la prisa y la mala alimentación, son las constantes que también nos acompañan en donde no hay tiempo para el ocio, pero que, erróneamente, creemos que el ocio es perder el tiempo, y ese tiempo que creemos ocio lo destinamos al consumo cultural digital de las redes sociales que provee la internet. Por si fueran pocas las desgracias que ciernen sobre el país, los pobladores han perdido la calidad de vida. Cada vez hay menos tiempo para el ocio y México se está convirtiendo en un país de anoréxicos, cardíacos y obesos con padecimientos crónicos. El tiempo se ha convertido en un asesino extraño en la sociedad mexicana, el rápido, se hizo tarde, hay que correr, no me da el día, date prisa, ando acelerado, no alcancé, etc., son las variables que se escuchan constantemente en la actualidad.
Hace seis decenos los mexicanos contábamos con una vida promedio de cincuenta años, y moriríamos de infecciones estomacales, tosferina, polio, viruela; ahora la diabetes, insuficiencias cardiacas y diferentes tipos de cáncer, se han convertido en el nuevo boom de enfermedades modernas. Sin duda, esta es una variable del sistema económico en el que vivimos, cumplir en el trabajo, cumplir en la casa, cumplir con las tareas, cumplir con la escuela (ya con el ahora implantado sistema educacional de competencias), el mérito y el cumplimento se han convertido en el común denominador de la mayoría.
Menciona Flores, V (2004), que sólo a la medida que vamos madurando comienza el afecto a depender del logro: ser correcto sacar buenas notas en el colegio y, más tarde conseguir una posición y un prestigio, nos hace llegar a la cumbre del éxito. Puede que estos esfuerzos susciten el interés de los demás, pero quizá, en el fondo, lo que nuestro anhelo emocional pretenda es el alcanzar un estatus, por lo tanto el esnobismo se impregna notablemente en las simples actividades que realiza la sociedad mexicana.
Por lo consiguiente, podríamos afirmar que dicha ansiedad de convierte en una ansiedad social pero indudablemente no es menos alarmante que la ansiedad psicológica que casi van de la mano.
La encuesta nacional que arrojó la revista Epidemiología Psiquiátrica Mexicana (2003), indica que tres de cada diez mexicanos cosmopolitas y mayores de edad tienen un de los 23 trastornos mentales más comunes que es el de la ansiedad y en la fila se encuentran los obsesivos compulsivos. Así nos podemos dar cuenta que el peor de los escenarios es la carrera más larga por la ansiedad, y sin duda, es la muerte consecutivamente. Es que si nos ponemos a reflexionar en lo que se destina el tiempo de ocio y entendemos que éste consiste aprovechar un tiempo libre sin pensar en actividades, quehaceres y ocupaciones, la mente, cuerpo y espíritu emanciparían cualquier tipo de stress. Sin embargo, pareciese que el entorno en que se vive conspira en contra de nosotros, un claro ejemplo de vida cotidiana es en las calles.
En un reportaje de la revista Nueva Época (2009), señala que las calles tapatías, los autobuses urbanos juegan carreras con los peatones. Los peatones principalmente, pierden la carrera, 24 personas perdieron la vida de enero a agosto del 2009. A los automovilistas particulares no les gusta quedarse atrás. Según un corte de las autoridades locales en el 2005, dos de cada diez accidentes viales con muertos y heridos se deben a la premura; las infracciones por ignorar la luz roja mantienen ocupados a los agentes de tránsito, a la velocidad de una multa cada seis minutos; cada año se levantan 83 mil infracciones por exceso de velocidad.
El tiempo ya en estos días es un como un artículo de lujo. Tanto que aparece como un indicador del desarrollo de los países en las investigaciones de varios organismo internacionales. En su reporte Society at a Glance (2009) la Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), afirmo que los mexicanos son los que invierten menos en tiempo de ocio.
El, “ya descansarás cuando mueras”, se convierte en una realidad. En la Encuesta Nacional sobre la Dinàmica de las Relaciones en los Hogares, México (2003), la sociedad mexicana destina 9.6 horas a las obligaciones, de éstas cinco no las cobramos, y sólo 3.7 horas al día son para el gozo. Uno pensaría que no está tan mal, hasta que sabe que los noruegos se divierten 6.3 horas al día.
Con estos datos podemos precisar que vivimos a las carreras, la urgencia por cumplir con las actividades y por llegar a varios lugares puntuales están convirtiendo la etiqueta de que los mexicanos van a paso de cangrejo, sin embargo creo que ésta etiqueta no se ha emancipado, el intentar hacer las cosas a la velocidad de la luz no quiere decir que se hagan las cosas bien , y al contrario, en lugar de de aplicarse como una disciplina equilibrada, se le está dando una libertad de aprensión desmesurada iniciándose con enfermedades y como un fenómeno dentro del tejido social de los países que buscan asemejarse a las potencias de primer mundo.
Si estamos envueltos en este panorama como sala de urgencias, por consecuente, la alimentación que se consuma se resuelve con sopas instantáneas, sopas del no tengo tiempo, y obtenemos otro factor en contra.
Ahora bien, sumergidos en estos elementos, es importante analizar entonces, el tiempo que se destina en el uso de la tecnologías, que van desde ver la televisión hasta utilizar el celular y teclear en 140 caracteres los vicios y las virtudes que uno cree que tiene o quiere tener, ya sea con iconos, fotografías, guiños (implosión gráfica) uno muestra lo que hace o deja de hacer.
Si ya no se tiene tiempo para el ocio, entonces en los lapsos mínimos de segundos que se pueden llegar a tener en el trabajo, la escuela u otro lugar aseguro que los individuos estarán aproximados a diferentes canales de comunicación.
Y es que tanto los medios de comunicación como los avances tecnológicos constantemente crean propiedades sinergèticas para crear medios de innovación que nos ayudan a aproximarnos más a nuestra realidad y estar como espectadores, y ya con el uso del internet, como productores y consumidores, pero sin duda, más como consumidores.
“Los avances tecnológicos llegaron en racimos, interactuando unos con otros en un proceso de rendimientos crecientes, lo cuales, dichos avances reflejan un estado determinado de conocimiento, un entorno institucional e industrial particular, una cierta disponibilidad de aptitudes para definir un problema técnico y resolverlo, una mentalidad económica para hacer que esa aplicación sea rentable y una red de productores y usuarios que puedan comunicar sus experiencias de forma acumulativa, aprendiendo al utilizar y crear: elites aprenden creando, con lo que modifican las aplicaciones de la tecnología, mientras que la mayoría de la gente aprende utilizando, con lo que permanece dentro de las limitaciones de los formatos de la tecnología.” (Takahashi, T. P 3) Lo que propone Takahashi sin duda es razonable, los avances tecnológicos en los medios de comunicación han hecho en los individuos la posibilidad de interactuar de forma visible y de usar plataformas tecnológicas para reforzar las topologías propuestas por MacQuail , Blumler y Brown ( 2002), que van desde la diversión (escape de rutina, evasión de problemas, desahogo emocional), relaciones personales ( compañía virtual, utilidad social), identidad personal (exploración de la realidad, refuerzo de valores) y supervisión ( información) los cuales son los enfoques principales para el uso de los medios de comunicación. Y por lo tanto, como estamos en la búsqueda constante de la gratificación con estas usabilidades y también se depende de una mentalidad económica para adquirir y producir y se está limitado a la rentabilidad y acceso generalmente, la sociedades nos vemos delimitadas con el consumo que sugieren los avances tecnológicos y la aproximación entonces dependerá de lo que se paute en las industrias o los grupos hegemónicos que tienen fácilmente la adquisición.
Los que tienen la oportunidad de reproducir, distribuir y consumir bienes simbólicos (siempre grupos de poder), han ocasionado o facilitado para bien o para mal, que es otra cuestión a debatir, que los estratos sociales y grupos poblacionales con distintas características se incorporen al sistema global que ellos proveen, por medio de las computadoras personales y la infraestructura de internet (satélites, modems, etcétera), así como la televisión por cable o satelital y la telefonía celular. Esto ha dado lugar a nuevas interacciones y formas de socialización, como las comunidades virtuales: grupos de personas que comparten un interés y que utilizan las redes informáticas como canal de comunicación barato y cómodo entre individuos espacialmente dispersos y temporalmente no sincronizados.
La multitud de medios de comunicación, canales de información y bases de datos ahora disponibles facilita la heterogeneidad y pluriculturalidad de las sociedades modernas y en proceso de modernización. Se trata de lo que diversos autores denominan nuevo orden tecnocultural, que al referirse a sus aplicaciones en internet puede llamarse cibercultura. El investigador Muniz S, (2006), define tecnocultura como el campo de comunicación que tiene su instancia de producción de bienes y la impregnación del orden social por medio de “dispositivos maquínicos”. Las imágenes ya no se definen por industrias culturales ni por “un destinatario público de masas”. Por lo tanto, la sociedad puede arrebatar y producir información, imágenes a través de “dispositivos maquínicos” operados individualmente desde casa. El problema es que muchas herramientas no son conocidas o son difíciles de usar, y por lo tanto, causan limitación. Y es una paradoja por que entre más avances tecnológicos tenemos, es más complicada la mentalidad económica.
Aunque se pueda ver ciertas limitaciones tampoco se ata al acceso de la tecnología y hacemos lo posible para estar en la interacción, llevamos las imágenes y los sonidos con nosotros a todos lados en gadgets: dispositivos personales portátiles que permiten su adquisición y almacenamiento, o su envío y recepción, como teléfonos móviles y cámaras digitales; que pueden ser fotografías, videojuegos, programas de televisión, películas y música. Imágenes que consumimos, pero que también producimos y compartimos cada vez más.
Podemos observar en las escuelas, en la calle, etcétera, a los individuos tomando fotografías o videos con teléfonos celulares cuyo precio es muy elevado, y a muchas veces no saben para las funciones que tienen pero que después se dan la tarea de investigar.
Es interesante ver que a pesar de las limitantes para la producción y más a beneficio del consumo que le hacemos al internet.
Hoy hasta podemos ver nuestra serie favorita ,podemos saber qué es lo que piensa nuestro artista favorito, y también estar alerta ante una situación de peligro, gracias a los espacios gratuitos en internet que se ponen a disposición de millones de usuarios de muy diversos lugares del mundo: YouTube, Blogger, Photobucket, Hi5, MySpace, Facebook, etcétera
Otro aspecto que la internet ha desarrollado en su innovación tecnológica es la autocomunicación. Castells, M ( 2008 ) denomina la autocomunicación, como la forma interactiva de las personas que utilizan distintas aplicaciones del internet para consolidar un tejido de comunicación en las vidas de las personas: para el trabajo, los contactos personales, la información, el entretenimiento, los servicios públicos, la política y la religión. Esta autocomunicaciòn nos sitúa en una relación con una realidad virtual dentro del interaccionismo simbólico que también sitúa la transmisión de la información: emisor-mensaje-receptor, considerando este proceso comunicativo como instrumental, es decir, los efectos del mensaje se producen unilateralmente sin tener en cuenta a la audiencia. Por lo tanto aunque el internet tenga plataformas al alcance de conexión global no produce mensajes unilaterales y se puede apreciar otra desventaja.
El consumo cultural ha tenido su transformación no por nuestra propia decisión sino, por las decisiones de los colosales conglomerados que junto con empresas de otra índole y los sistemas de gobierno de los países siguen conservando sus grupos hegemónicos e invirtiendo en sinergias tecnológicas. La unión de alianzas entre los conglomerados es la que ha permitido que el consumo cultural siga bombardeándonos en diferentes plataformas digitales. Por que aunque tengamos una autocomunicaciòn y produzcamos mensajes autónomos, “ilimitados” entre comillas por el los puntos que ya he expuesto, la organización y el control de producción global, nacional y local, están controladas por la máxima producción y distribución de la economía de sinergía de dichos conglomerados y son ellos los que nos las proporcionan. Por lo tanto, siguen todavía manipulándonos y creando necesidades comunicacionales y de consumo. La era digital no es la emancipación de expresión en su totalidad, yo creo que sólo es una pequeña probada de lo que deberíamos luchar todas las sociedades para librarnos de la sed de poder y control de los grupos de poder, que continúan todos los días emitiendo mensajes de individualismo, autodestrucción, de enajenamiento con productos y programas para poder entretener e idiotizar a nuestras mentes. Para muchos es una gran herramienta de expresión la internet, y creo que sí .en cierta forma si sabes utilizarla, pero aunque tengas el blog más interesente y con ideologías que renueven las mentes de las sociedades ellos seguirán teniendo el control ; ( las siete magnificas), como sucedió en China que tuvieron que restringirse palabras que incitaran a la democracia, tanto los conglomerados se aliaron con el sistema de gobierno y crearon nuevas estrategias que les permitieran infiltrarse en las naciones, pero siempre con un mismo objetivo esclavizar paradigmas . No hay escapatoria, ya sea el poder de la interacción cultural o el de un sistema político siempre estarán buscando delimitar nuestro libre albedrío y nuestra capacidad de raciocino estará latente para las personas que nos arriesguemos a romper esas cadenas de control. Me parece que es suficiente el creernos tanta porquería que podemos apreciar por la internet, tenemos que abrir nuestra mente y pensar que estas aberraciones sólo han creado en nosotros seres humanos ensimismados y propensos a actuar egoístas. La maldad es disfrazada en todos los mensajes de los medios comunicativos, lo han inyectado perfectamente, el pensar ya en un cambio o en una resistencia como sociedades parece un chiste contado por unos niños de síndrome de down. Las personas se han tragado la apatía y la negatividad en los mensajes que han consumido culturalmente por medio de los medios de comunicación, y por si fuera poco, tener que vivir en sistemas de gobiernos opresores se torna más apocalíptica la situación.
Bibliografía:
Víctor Flores Ólea (2004) Tiempo de abandono y esperanza. México. Siglo XXI editores. Pp. 71_82
Patricia Trujano (2003) Revista de Epidemiología Psiquiátrica Mexicana “La sociedad individualizada” México. Pp 247_ 255.
Rossana Reguillo (2009) Revista Nueva Época, núm. 9 enero- junio. Movilización
Urbana. México. Pp 19-22
Sigal Williams (2009) Society a Glance “ Currente stereotypes” España. Descleé de Broker.Pp 33-34.
Secretaría de la Salud. Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares. Instituto Nacional de la Salud Pública. México (2003).
Tadao Takahashi (2000) Sociedad de la Información. Brasil. Ministerio de Ciencia y Tecnología Brasilia. P 3
MacQuail, Blumler, Brown (2002) Polisemia de los mensajes. México. Trillas. Pp 149-165.
Sadre Muniz (2007) Plataformas Técnologicas. México. Santillana. Pp 130-149
Manuel Castells (2008) La comunicación en la era digital. México. Mc Grham Pp 89-107.